Trampa de monotonía que transforma nuestra vida en una crónica de días que simplemente transcurren sin más, desesperanza y resignación. Sin embargo, si nos permitimos ir más allá de adonde pretenden llevarnos las emociones, es precisamente en esta monotonía donde podemos encontrar la semilla de la transformación.
Y es que no se trata si es jueves, martes o domingo, existen días que aunque el sol se pose sin clemencia sobre nuestra cabeza, parecen eternamente grises, donde los sueños se desdibujan en la imposibilidad y la esperanza, bastión final de la cordura, logra perderse. La monotonía, y este sentimiento de desolación, guardan un poderoso mensaje: cada día, es una oportunidad disfrazada, una puerta hacia la introspección y el cambio. Y no quiero caer en la motivación vacía, estas letras son una invitación a hackear la inercia de la vida diaria, a permitirte que los días se conviertan en algo más que una suerte de compromisos y obligaciones encadenadas sin control.
La cobardía es pasividad, aquella que debemos cuestionar para así tomar control de nuestro destino. La cobardía nos permite conformarnos con la mediocridad, y nos da licencia para olvidar que cada día puede traer un significado y propósito. Y es que el cambio no es un evento grandioso, único y puntual, el cambio se trata de una serie de pequeños actos de valentía cotidiana, el éxito es acumulación de actos en pro de algo, la suerte y el azar son un engaño al que nuestras emociones plácidamente logran muchas veces darle el poder de definir nuestro destino.
Al final, es en esos días aparentemente insignificantes donde escondido aguarda nuestro verdadero poder. Nunca llega, aquel utópico momento perfecto que no nos cansamos de esperar, es este instante el preciso para reconocer que la fortaleza y determinación que necesitas está dentro de ti, allí donde dormida se encuentra tu capacidad infinita de transformar lo ordinario en extraordinario.
Siempre, una canción…
Otro jueves cobarde – Los caballeros de la quema